Existe una creencia casi universal de relacionar productividad con mayor cantidad de trabajo ejecutado o de logros alcanzados en un tiempo determinado. Sin embargo, al enfocar el éxito desde esta perspectiva muchas personas van dejando en un segundo plano decisiones tan importantes como cuidar de su salud tanto física como mental, experimentando a corto plazo periodos de alto estrés, agotamiento, desánimo y la aparición de enfermedades. Lo que significa un mayor riesgo para su bienestar.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) el autocuidado es “la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover y mantener la salud y para prevenir enfermedades y hacerles frente con o sin el apoyo de un trabajador de la salud”. Si enfocamos este concepto no solo desde la salud física, el autocuidado debe implicar también la implementación de acciones que promuevan la salud desde una visión integral de bienestar, para garantizar una mejor calidad de vida en aspectos como el físico, emocional, cognitivo, social y espiritual. Factores que sin duda, pueden impactar de manera positiva en todas las dimensiones sociales, entre ellas, la laboral.
La actual vida moderna, agitada y siempre en constante evolución ha permeado en la toma de decisiones y en los hábitos de vida de la personas, afectando la calidad de la misma. Estas acciones que se han vuelto rutina, como la de no alimentarse adecuadamente, trasladar el trabajo a la casa, no gestionar de manera adecuada los momentos de estrés y no dormir lo suficiente; hacen que los niveles de desempeño y productividad en las actividades diarias (trabajo, casa, universidad, etc.) bajen considerablemente y muchas veces, las personas se vean obligadas a dejar tareas sin concluir al final del día.
Cuando se habla de productividad no se refiere al tiempo dedicado para desarrollar ciertas actividades, sino en cómo se gestiona el trabajo y/o las tareas domésticas a partir de conductas y herramientas que optimicen las labores sin necesidad de poner en riesgo la salud. Y estas acciones se derivan cuando se toma consciencia de la importancia del bienestar y se asumen comportamientos de autocuidado.
¿Y cuáles son las conductas de autocuidado?
La inclusión de rutinas de autocuidado es una decisión fundamental para mejorar el estilo de vida y proteger la salud desde todas las dimensiones. Cuando se logra este equilibrio y se mantiene en el tiempo como un hábito de vida de manera consciente y responsable, mejora la autopercepción a tal punto que la persona puede decidir cuáles comportamientos no son saludables para ella y cuándo poner límites a situaciones que pueden alterar su bienestar. Y precisamente son estas conductas de autocuidado las que favorecen la productividad, al permitirle a la persona enfocarse en aquellas metas que realmente le aportan a su crecimiento tanto personal como profesional.
Las prácticas personales relacionadas con el autocuidado dependen en gran medida de cada persona, de su entorno, de su nivel de autoconsciencia y de su motivación para aplicar hábitos de vida saludables. Sin embargo, existen algunas recomendaciones desde la amplia literatura enfocada a estos temas:
•Implementar una alimentación sana, ejercicio, hábitos de higiene del sueño, cuidar de la salud mediante la prevención y el cuidado de enfermedades existentes, etc.
•Cuidar de la salud emocional aceptando las propias emociones (y las de los demás) y asumiendo la responsabilidad de las acciones que se derivan de ellas. Aprender a poner límites y a expresar de manera correcta los pensamientos o sensaciones. Buscar ayuda profesional si es necesario
•Desarrollar competencias y habilidades que permitan mejorar las funciones cognitivas y aceptar mejor los pensamientos intrusivos por medio de actividades como leer, escribir, aprender cosas nuevas, etc.; para fortalecer la memoria, la concentración, la resolución de problemas, entre otros
•Fortalecer las relaciones sociales, sentimentales y familiares por medio de actividades que generen felicidad y bienestar. Así mismo, evitar personas o relaciones que alteren la tranquilidad o generen situaciones estresantes
•Incluir actividades que estimulen la conexión consigo mismo como la meditación, caminatas al aire libre, técnicas de relajación y respiración, momentos de desconexión (social, digital) etc.
•Poner en práctica técnicas de gestión del tiempo y de organización en el trabajo
•Tomar periodos de descanso en el lugar de trabajo
En términos generales, la incorporación de rutinas de autocuidado tiene efectos positivos en la calidad de vida y en la prevención de enfermedades, además de permitirles a las personas incrementar su estado de consciencia para mejorar su autoestima. Lo que le beneficia a su vez en la toma de decisiones con respecto a sus necesidades físicas, emocionales, sociales, cognitivas, etc. Una persona que pone en práctica el autocuidado no duda en poner límites entre su vida personal y laboral, gestiona de mejor manera los tiempos para cada actividad llegando a mejorar su productividad, cuida de su seguridad y su salud al aplicar con responsabilidad las medidas instauradas por la empresa, mejora las relaciones sociales, familiares, laborales, etc., gestiona adecuadamente el estrés, resuelve asertivamente los problemas de cada día, etc.