A partir de sucesos mundiales como el de la pandemia del coronavirus, el tema de la salud mental volvió a generar importancia en los distintos actores sociales, luego de evidenciarse el impacto que este fenómeno tuvo en la salud psicológica de los colombianos, especialmente, de aquellos trabajadores que debieron trasladar el trabajo a su residencia, dificultando la conciliación entre su vida personal y laboral.

Al respecto, el Informe Mundial de la Salud Mental (2022) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), menciona que “Las tasas de trastornos que ya son comunes, como la depresión y la ansiedad, aumentaron en un 25% durante el primer año de la pandemia, sumándose a los casi 1000 millones de personas que ya sufren algún trastorno mental”. Un hecho que vuelve a prender las alarmas para intensificar las acciones que se vienen adelantando y generar nuevas dinámicas y políticas de orden gubernamental, que permitan mejorar la coordinación y sinergia intersectorial e interinstitucional en temas de salud mental.

A pesar de los esfuerzos adelantados en materia de normatividad y estrategias de promoción, prevención y atención por parte del estado y demás instituciones internacionales y nacionales, poca ha sido su implementación en distintas esferas de la sociedad, en particular, en el ámbito laboral, en donde todavía existe desconocimiento y resistencia por parte de las empresas (especialmente de las Pymes), para implementar las medidas que aborden la salud mental de los trabajadores, mucho más allá que como solo un factor de riesgo psicosocial asociado al estrés, con efectos en el desempeño de los trabajadores y en la productividad de las organizaciones.

Aunque hasta el momento se ha marcado una línea de intervención importante, en cuanto a políticas públicas y laborales, es preciso profundizar en acciones que permitan hacer una lectura más amplia en la relación entre el trabajo y la salud mental. Está claro que existen factores de orden macrosocial que pueden influenciar de manera negativa la salud psicológica, emocional y social de cualquier persona, como la desigualdad, las coyunturas económicas, la violencia, los conflictos sociales internos y emergencias sanitarias, entre otros. Los mismos que pueden repercutir a la vez, en las dinámicas laborales y las relaciones que resultan de estas.

Sin embargo, en el entorno laboral, las condiciones de trabajo desempeñan un papel determinante en la aparición de trastornos y enfermedades mentales, independientemente de los factores externos (social, económico, familiar, etc.). Es decir, el ambiente laboral puede ser tanto espacio seguro como inapropiado para la salud mental de los trabajadores. Si bien, aspectos relacionados con las condiciones laborales como las relaciones interpersonales que se derivan del trabajo, los estilos de mando, el tipo de comunicación organizacional y las características individuales, son determinantes en la salud; factores más técnicos como el ritmo de trabajo, carga de trabajo, control sobre el trabajo, etc., son elementos que inciden profundamente en el bienestar psicosocial.

De ahí, que las intervenciones que se adelanten en materia de salud mental, no solo deben limitarse a la prevención y control de los factores de riesgos psicosociales relacionados con el estrés, sino a una actuación decidida y amplia que abarque modificaciones en la organización del trabajo, si fuese preciso. No puede limitarse la relación salud-enfermedad de los trabajadores con sus características personales, adjudicando los problemas de salud a solo causas individuales. También es necesario tener en cuenta la larga lista de factores concernientes a los aspectos sociales, organizacionales, económicos, a los riesgos intrínsecos del trabajo, etc., que sin duda, influyen para bien o para mal en la consecución de ambientes de trabajo seguros para el equilibrio mental.

Por otro lado, y sumándose a lo anterior, es vital que las empresas incluyan en sus planes de acción frente a la salud mental, la participación activa de los trabajadores en la identificación de factores de riesgo en su trabajo, que él estima pueden ser perjudiciales para su salud, así como en la elaboración de propuestas para prevenir y controlar los riesgos.

"SIMEON Empresarial permite hacer seguimiento a la salud de los trabajadores"

Bien lo menciona la OMS, “Hay tres motivos principales para invertir en salud mental: la salud pública, los derechos humanos y el desarrollo socioeconómico”. Por lo que no solo es suficiente la creación de normas y de políticas de salud mental, desde las organizaciones. Es indispensable una sensibilización y capacitación a nivel administrativo en cuanto a procesos de divulgación, asesorías, seguimiento a la implementación de los planes de acción enmarcados dentro de los sistemas de gestión de seguridad y salud laboral, y una intervención profunda que esté dirigida a los trabajadores. Reorganizar tanto las características físicas, sociales como económicas de los entornos laborales, es una estrategia con visión integral que procura el bienestar psicológico de los trabajadores.