Las malas prácticas laborales, un ambiente de trabajo inestable, la ausencia (o deficiencia) de acciones enfocadas a la salud y seguridad laboral y unas condiciones de trabajo inapropiadas, son algunas de las causas que pueden generar estrés en los trabajadores, afectando su bienestar físico y mental y su motivación en el trabajo. Estas situaciones a su vez, son factores que llegan a influir de manera negativa en los niveles de productividad de las empresas.
Existe una relación directa entre la salud laboral y la productividad. Cuando un trabajador adquiere una enfermedad o sufre un accidente como consecuencia de su trabajo, es muy posible que se generen casos de ausentismo debido al proceso de recuperación que necesita el empleado. Si la empresa cuenta con programas de salud bien definidos y estrategias oportunas frente a los riesgos en el trabajo, así como el funcionamiento consciente de los sistemas de seguridad y salud laboral; el impacto del ausentismo en la productividad puede ser mínimo, si se cuentan con acciones contundentes para afrontar este tipo de situaciones, contrarrestando los efectos en la rentabilidad de las empresas. En este caso los trabajadores evidenciarán un respaldo integral, por parte de la empresa, en el cuidado de su bienestar.
Sin embargo, el panorama puede ser diferente, sobre todo, en aquellas organizaciones donde impera la ausencia de inversiones enfocadas al tema de salud laboral, prevención de riesgos, clima laboral, etc. Ante la carencia de una cultura preventiva, el trabajador percibe desinterés por parte de la empresa frente a su salud y bienestar, lo que produce un efecto de desmotivación con su puesto de trabajo, una pérdida de satisfacción con los compromisos y responsabilidades y por ende, una disminución de su desempeño. En este tipo de situaciones, muchas veces se presentan incapacidades laborales falsas, como respuesta a la falta de compromiso por parte de los empleadores con el cuidado del personal. Un hecho que genera grandes costos médicos y pérdidas en productividad para las empresas.
Pero el tema de la salud laboral no solo corresponde a la responsabilidad por parte de las organizaciones, en todo el asunto normativo y de responsabilidad empresarial, sino también de los deberes y responsabilidades adquiridos por los trabajadores. El autocuidado, como producto de la promoción de la seguridad y salud laboral y de la aceptación individual para gestionar acciones que beneficien su bienestar, es un aspecto influyente de grandes alcances para la conformación de entornos de trabajo integralmente seguros y saludables. Desde esta perspectiva, un ambiente laboral sano repercute en el desempeño, al tener trabajadores con un nivel de satisfacción óptimo en sus trabajos, quienes a su vez contribuyen con el logro de los objetivos operacionales y de rentabilidad de las organizaciones.
Existe una amplia documentación que respalda la tesis sobre los efectos positivos de los entornos de trabajo seguros y saludables, en aspectos como la salud, seguridad y bienestar de los trabajadores; así como en el fortalecimiento de los procesos organizacionales, operativos y de productividad de las empresas. Lo que se traduce en una disminución de indicadores como los del ausentismo, bajas laborales, rotación de personal, entre otros.
En la Revista Colombiana de Psicología, No. 16 de 2007, se incluye una definición oportuna al tema de reciprocidad entre las condiciones de salud y las condiciones de trabajo, que viene muy bien al tema de salud y productividad. “Las condiciones de salud se convierten en condiciones de trabajo que pueden impactar positivamente el desempeño cuando generan equilibrio y adaptación, de forma que se desarrolla un buen trabajo; pero también puede operar negativamente cuando el deterioro impide la buena ejecución del trabajo. De manera recíproca, las condiciones de trabajo se convierten en condiciones de salud que la pueden influir positivamente si ofrecen oportunidades propicias para la adaptabilidad y favorecen el desarrollo personal; o negativamente, cuando representan obstáculos para la adaptación y generan daños o desequilibrios en el organismo”.
Ante esta evidencia, resulta significativa la inversión en estrategias de protección y mejoramiento de la salud, que estén orientadas a establecer un equilibrio con las condiciones de trabajo, a fin de ofrecer lugares adecuados para el desempeño de los trabajadores y para ofrecer oportunidades de desarrollo social, laboral e individual. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) menciona que “las iniciativas en el lugar de trabajo pueden contribuir a reducir el absentismo por enfermedad en un 27% y los costos de atención sanitaria para las empresas en un 26%”.
Potenciar la relación entre salud y productividad no es un tema complejo. No obstante, requiere de compromiso, interés y constancia, pues existen iniciativas, programas y herramientas tecnológicas que contribuyen con el mejoramiento de la salud y seguridad laboral. El incentivo para empleadores y trabajadores es el de encontrar un apoyo mutuo que potencie tanto el desempeño individual como el nivel de competitividad de las empresas para mantenerse en su entorno de mercado.
Estas son algunas de las acciones que contribuyen con el mejoramiento de la salud laboral:
• Evaluaciones periódicas a fondo sobre los peligros y riesgos en el trabajo
• Implementación de acciones específicas para la prevención y control de los riesgos identificados en el entorno de trabajo
• Implementación de programas de prevención y promoción de la salud y seguridad laboral
• Funcionamiento adecuado de los programas de vigilancia epidemiológica de la salud de los trabajadores
• Formación adecuada en temas de salud, seguridad y bienestar dirigido a la población trabajadora