La implementación de tecnologías como la IA y la automatización en los entornos laborales se han constituido como herramientas supremamente valiosas en las operaciones y en los modelos de negocios de las empresas. Estos recursos tecnológicos no solo han transformado los procesos administrativos y operacionales para volverlos más ágiles y eficientes, también han influido en la organización del trabajo, implicando la adaptación a estas nuevas formas de trabajar y demandando nuevas habilidades en los trabajadores.
Para apaciguar la idea global que la IA y todo lo relacionado con el uso de la tecnología puede afectar el acceso al empleo, hace algunos meses la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en conjunto con El Instituto Nacional de Investigación de Polonia (NASK), publicaron un estudio denominado “La IA generativa y los empleos: un índice global refinado de exposición ocupacional”. Esta investigación concluye que “uno de cada cuatro empleos a nivel mundial tiene un alto grado de exposición a la inteligencia artificial generativa (IA generativa)”. Sin embargo, este fenómeno no implica necesariamente la automatización completa de un puesto de trabajo, sino más bien, que algunas tareas específicas puedan recurrir al uso de la IA generativa.
Por otro lado, el informe es claro en mencionar que el uso de la tecnología no necesariamente implica la eliminación de algunas ocupaciones o empleos. Recurrir a ella dependerá de las empresas. No obstante, su uso abre la posibilidad de que los trabajadores tengan la oportunidad de capacitarse, adquirir nuevas habilidades, aprender a trabajar con ella y adaptarse a las tareas cambiantes de los puestos de trabajo actuales. El valor agregado, por lo tanto, radicará en esa sinergia entre lo humano y lo tecnológico.
Sin embargo, sigue siendo importante que esa transición de las nuevas habilidades hacia lo tecnológico se articule desde un diálogo social que permita minimizar el desempleo tecnológico y por el contrario, la tecnología se implemente como un recurso para potenciar las capacidades de los trabajadores y para apoyar sus funciones.
De las bondades de la tecnología a sus efectos adversos:
Aunque el uso de la tecnología como la IA resulta beneficiosa para aumentar la productividad, mejorar el desempeño, simplificar tareas y conformar nuevos puestos de trabajo, entre otras ventajas; paralelamente, estas tecnologías están generando otras formas de carga física, emocional y cognitiva en los trabajadores, sumándose a la lista de los riesgos psicosociales derivados del trabajo.
Estas son algunos de los efectos más recurrentes que los trabajadores pueden llegar a experimentar con el uso de la tecnología en sus puestos de trabajo:
•Estrés tecnológico asociado al agotamiento mental, por el uso excesivo de la tecnología o la inadecuada adaptación a ella. Puede producir ansiedad, sensación de frustración de no poder adaptarse, baja autoestima, entre otros.
•Ansiedad por reemplazo laboral. El miedo a perder el empleo, especialmente, en lugares como call centers, el sector de manufactura, transporte, análisis de datos, etc.; puede provocar preocupación, insomnio, bloqueos mentales y sensación de obsolescencia.
•Sobrecarga cognitiva. Al tener que supervisar de manera constante las operaciones automáticas, corregir errores tecnológicos y actuar rápidamente ante sistemas que funcionan en tiempo real; los trabajadores deben hacer un doble esfuerzo que puede derivarse en fatiga mental, dificultad para concentrarse y disminución del desempeño.
•Pérdida de habilidades. Al centrarse en procedimientos automáticos y disminuir la práctica de las habilidades críticas, el trabajador puede sentir que pierde la memoria procedimental y va generando una dependencia hacia la tecnología, lo que puede desenlazar episodios de ansiedad.
•Aislamiento. La IA puede reemplazar la interacción humana, provocando en el trabajador la pérdida del sentido de pertenencia y episodios de depresión, al no tener contacto social y una retroalimentación directa.
•Estrés por vigilancia. Muchas empresas recurren a sistemas que operan con IA para medir el desempeño de los trabajadores y supervisar su trabajo, lo que puede generar una sensación de persecución y a su vez, un estado de estrés permanente, ansiedad y la imposibilidad de desconectarse digitalmente.
•La tecnología también puede agudizar algunos riesgos psicosociales como los trastornos musculoesqueléticos, el síndrome del túnel carpiano, la fatiga visual, el sedentarismo e incidir en la aparición del burnout.
Los empleadores pueden implementar acciones para impulsar el uso de la tecnología desde una articulación colaborativa que fortalezca las capacidades de sus colaboradores y promueva la productividad de sus procesos internos. Entre dichas medidas pueden crearse programas de capacitación continua asociado al uso de la tecnología, evaluar los riesgos psicosociales haciendo énfasis en el uso de la IA y la automatización, implementar protocolos de salud mental, evitar el aislamiento por el uso de la tecnología, etc.